
El estrés y la ansiedad son como invitados no deseados que llegan sin previo aviso y se instalan cómodamente en nuestra vida. ¿Te ha pasado que te despiertas con la sensación de que tienes mil cosas por hacer y el día ni siquiera ha comenzado? O peor aún, que el simple sonido de una notificación en el celular acelera tu ritmo cardíaco como si fuera una emergencia de vida o muerte. No estás solo.
Vivimos en una era donde la productividad es la nueva moneda de cambio, pero también donde el agotamiento se ha vuelto parte del día a día. El problema es que hemos normalizado estos estados sin darnos cuenta del impacto real que tienen en nuestra salud, relaciones y desempeño. La buena noticia es que el estrés y la ansiedad no tienen que ser una condena, sino señales de alerta que podemos aprender a manejar.
El primer paso es identificar la raíz del problema. No todo el estrés es malo; en dosis moderadas nos ayuda a reaccionar rápido y mantenernos enfocados. Pero cuando se convierte en una carga constante, el cuerpo y la mente pagan las consecuencias. La ansiedad, por su parte, es la prima intensa del estrés: anticipa problemas, incluso donde no los hay, y nos deja atrapados en un ciclo de preocupación sin fin.
El truco para manejarlos no está en evitarlos, sino en regular la forma en que reaccionamos ante ellos. Técnicas como la respiración consciente, el ejercicio físico y el manejo del tiempo pueden marcar una gran diferencia. No se trata de eliminar por completo el estrés, porque sería como pedirle al tráfico que desaparezca en hora pico, sino de aprender a navegarlo sin que nos consuma.
El estrés y la ansiedad no tienen por qué controlar tu vida. Cambiar la forma en que los gestionas puede significar la diferencia entre vivir en un estado constante de tensión o tomar el control de tu bienestar. La clave está en la práctica y en la paciencia contigo mismo.
AUTOR – CONFERENCISTA DE FELICIDAD, BIENESTAR, CAMBIO Y CULTURA ORGANIZACIONAL, FUNDADOR DE ESCUELA PARA SER FELIZ
FELIPE BUITRAGO
Si estás leyendo esto, es posible que seas de esos que revisan tres veces si cerraron la puerta, que prefieren hacer el trabajo solos porque