Sé tú mismo; todos los demás ya están ocupados.
Oscar Wilde
Esta frase me ha resonado desde la primera vez que la escuché. En un mundo donde la presión de encajar es constante, ser auténtico puede parecer un acto de rebeldía. ¿Cuántas veces nos ponemos máscaras para gustar, impresionar o simplemente para sentirnos aceptados? Pero déjame decirte algo: la autenticidad es mucho más poderosa que cualquier fachada que puedas construir.
Ser auténtico no es fácil. Requiere valentía, y a veces un poco de locura. Porque seamos sinceros, en un mundo que te dice cómo deberías vestirte, hablar, trabajar y hasta sentir, ser tú mismo puede parecer un acto de rebeldía. Pero es precisamente esa rebeldía la que marca la diferencia entre una vida llena de satisfacción y una llena de conformidad.
La autenticidad no es simplemente decir lo que piensas sin filtros (aunque, a veces, eso ayuda). Es vivir de acuerdo con tus valores, ser honesto sobre quién eres y lo que quieres, y no tener miedo de mostrar tus verdaderos colores, incluso cuando no son del gusto de todos.
Recuerdo una vez en una conferencia, alguien me preguntó: «Felipe, ¿cómo haces para ser tan auténtico en el escenario?» Me reí y le respondí: «No tengo otra opción, ¡ser alguien más requiere demasiado esfuerzo!» Y es que, en serio, tratar de ser alguien que no eres es agotador. Fingir es un trabajo de tiempo completo, y seamos realistas, ¿quién tiene tiempo para eso?
Pero ser auténtico también significa aceptar tus defectos, tus errores y, sí, tus momentos incómodos. Todos tenemos días malos, momentos de duda y situaciones en las que desearíamos que la tierra nos tragara. Y eso está bien. La autenticidad no es perfección; es humanidad. Es decir: «Este soy yo, con todas mis luces y sombras«, y estar en paz con eso.
Aquí va una reflexión: ¿por qué fingimos tanto? A veces es miedo al rechazo, a no ser lo suficientemente buenos, a no encajar en la versión «ideal» que la sociedad espera de nosotros. Pero la verdad es que las personas más auténticas son las que dejan una huella. No por ser perfectas, sino por ser reales. Porque la autenticidad resuena en un nivel profundo; conecta, inspira y, en muchos casos, libera.
Pero, claro, ser auténtico también tiene sus desafíos. Habrá quienes no entiendan tu manera de ser, quienes te juzguen o incluso quienes se alejen. Y está bien. No estás aquí para complacer a todo el mundo. Estás aquí para vivir una vida que sea auténticamente tuya, con todo lo que eso conlleva.
Entonces, ¿cómo practicamos el arte de la autenticidad? Primero, con honestidad. No puedes ser auténtico si no eres honesto contigo mismo sobre quién eres y qué quieres. Segundo, con vulnerabilidad. Porque ser auténtico significa estar dispuesto a mostrarte tal como eres, sin miedo al juicio. Y tercero, con coherencia. La autenticidad no es algo que se enciende y se apaga a conveniencia. Es un compromiso continuo con uno mismo.
La próxima vez que te sientas tentado a esconder tu verdadero yo, recuerda esto: no hay nadie más calificado para ser tú que tú mismo. Y ser auténtico no solo te hace sentir más libre, sino que también atrae a las personas y oportunidades adecuadas a tu vida. Porque cuando eres genuino, te conectas con los demás en un nivel más profundo y significativo.
Si estás listo para vivir de manera más auténtica y descubrir la magia que surge cuando te muestras tal como eres, te invito a seguirnos en nuestras redes sociales. Juntos, exploraremos cómo ser más auténticos puede transformar tu vida personal y profesional. Porque al final del día, el mundo necesita más de ti, no de una versión de ti.
AUTOR – CONFERENCISTA DE FELICIDAD, BIENESTAR, CAMBIO Y CULTURA ORGANIZACIONAL, FUNDADOR DE ESCUELA PARA SER FELIZ
FELIPE BUITRAGO
¿Alguna vez te has sentido como si estuvieras atrapado en un pantano, sin poder avanzar en tu carrera? Si es así, no estás solo. Muchas