
No todo sale como lo planeaste
Hiciste todo bien. Te preparaste, trabajaste duro, diste lo mejor de ti… y aun así, las cosas no salieron como querías. Un negocio que no despegó, una relación que no funcionó, una oportunidad que se esfumó.
La vida no sigue nuestros planes al pie de la letra. Y cuando eso pasa, tienes dos opciones: quedarte atrapado en la frustración o encontrar la forma de avanzar. Aquí es donde entra la resiliencia emocional, la capacidad de adaptarte a los golpes sin quedarte en el suelo.
No se trata de ser fuerte, sino de ser flexible
A veces pensamos que la resiliencia es aguantar sin que nada nos afecte. Pero en realidad, es todo lo contrario. No se trata de ignorar el dolor o fingir que todo está bien, sino de aprender a procesarlo sin que te consuma.
Ser resiliente es aceptar que la vida tiene giros inesperados y que no todo está bajo tu control. Es permitirse sentir la frustración sin quedarse atascado en ella. Es buscar soluciones en lugar de solo lamentarse.
¿Cómo fortalecer tu resiliencia?
Primero, cambia la narrativa. En lugar de preguntarte “¿Por qué me pasó esto?”, pregúntate “¿Qué puedo aprender de esto?”. Cada obstáculo tiene una lección, aunque en el momento no la veas.
Segundo, rodéate de personas que te impulsen. Nadie es resiliente en soledad. Hablar con alguien de confianza puede darte otra perspectiva y ayudarte a salir del bloqueo emocional.
Por último, recuerda que ningún fracaso es definitivo. Lo que hoy parece un golpe duro, mañana puede ser el inicio de algo mejor. La resiliencia no significa que nada te duela, sino que aprendes a sanar y a seguir adelante.
AUTOR – CONFERENCISTA DE FELICIDAD, BIENESTAR, CAMBIO Y CULTURA ORGANIZACIONAL, FUNDADOR DE ESCUELA PARA SER FELIZ
FELIPE BUITRAGO
¿Por qué la felicidad siempre parece estar un paso adelante? Nos han hecho creer que la felicidad es algo que se alcanza cuando logramos ciertas